Se dice que hay un tipo de ciervo que posee una característica especial, la de destilar un perfume agradable, gracias a que la naturaleza le dotó con una glándula destinada para tal propósito.
Con el paso del tiempo la fragancia del animalito se le va convirtiendo en su razón de ser, en una búsqueda incansable por encontrar la fuente de dicho aroma, para eso, recorre los bosques afanosamente.
Ese tipo de animal tiene un excelente sentido del olfato, el cual se nutre en las ráfagas de viento que pululan en los montes. Por eso, el ciervo almizclero se esfuerza en busca de los sitios en donde pueda sentir el aire fresco, ya que este aviva el perfume que le emana desde la parte baja de su panza.
Apenas obvio, que la búsqueda se le hace inalcanzable, porque aunque busque el viento que le transporta el olor, nunca podrá encontrar la fuente de la esencia en el exterior de su cuerpo. Y es por ese detalle que le sucede lo inesperado:
Angustiado por la búsqueda infructuosa, tarde que temprano, se encuentra frente a algún precipicio, en donde recibe una gran cantidad de aire que le aumenta el olor, y ante la inminente sensación de haber encontrado la fuente del anhelado perfume, el ciervo da un salto precipitándose al abismo.
Y es así como termina la historia de este buscador de fragancias, reventado en algún acantilado…
Se sabe también que la paloma es otro animal privilegiado con características únicas.
Las palomas nacen sin hiel, lo que les dirige a mantener una dieta especial, sin amargura en su interior, deben consumir una pequeña gama de alimentos selectos.
Esa alimentación hace que la avecilla produzca cierto tipo de aceite que le brota de su interior a las plumas, con esto se mantiene siempre limpia. Las palomas son de los animales más aseados y puros de la Creación.
Otra función del aceite es evitar que el polvo de la tierra se les pegue en las plumas. Cuando las palomas levantan el vuelo ninguna partícula del suelo se levantan con ellas.
¡Que linda representación del Padre Creador que son las palomas!
Felices, limpias, sin rencores, y desprendidas siempre de lo terrenal.
El ciervo almizclero destroza su vida en búsqueda de su propio perfume, buscando en otro lado el gran regalo que lleva por dentro.
¿Y qué de nosotros?
¿Dejamos salir lo grande y hermoso que Dios puso en nuestro corazón?
¡Cuánto talento! ¡Cuánto potencial!
¿Ciervo almizclero, o hermosa paloma? Es tu elección…
Ah, y es tu vida por cierto…
Autor: Alfonso Acero Vega
Fecha de Publicación: 26/08/2020