Vivir es crecer continuamente y lograr almacenar sabiduría en cada instante. La vida es insistencia para perdurar en lo que hacemos diariamente.
Quién vive, acumula experiencias, bienes, trascendencias…
Las experiencias muestran el sabor de las cosas, nos dan el sentimiento que nos hará escoger mañana, si deseamos recorrer las mismas sendas, o escoger otros caminos.
Con el pasar del tiempo los bienes materiales se manifiestan como sabiduría acumulada previamente, como la ropa grande que papá compraba, sabiendo que indiscutiblemente la íbamos a necesitar más adelante.
Adquirir de todo lo bueno es el principio para crecer sanamente, lo espiritual y lo material al mismo tiempo es la dieta balanceada que necesita nuestra vida. Si queremos ir lejos, tenemos que recorrer caminos largos; por eso es conveniente estar bien equipados, porque en cualquier momento se pisa mejor con los zapatos de un número mayor.
Si creces o te encoges, indistintamente, todo se refleja en la dimensión espiritual. Y si nuestro hacer llega hasta allá, entonces ¿Nuestras acciones pueden generar consecuencia en la vida de las demás personas? Desde luego que sí. Porque lo que somos y lo que hacemos, perdura en lo que otros toman de nosotros.
Crecer es congruente con la expresión del universo; todo crece. Mientras más alto y frondoso sea el árbol, mejor y de más utilidad es su frescura. Todo depende de lo largo de sus ramas y de como su follaje se entrelaza con su entorno. Pero lo más hermoso de su sombra, es la manera a como refleja los rayitos de la luz del sol.
El objetivo final del crecimiento es llegar a una estatura máxima, y desde ahí, cambiar de enfoque para seguir creciendo, se debe siempre buscar motivos nuevos para crecer constantemente.
Por eso siempre: el crecer será desarrollarse interiormente; como los órganos de un niño, que cuando alcanzan toda su magnitud, manifiestan un hombre fuerte exteriormente… y luego este crece más.
¿Y para qué crece un hombre adulto? ¿Para seguir viviendo? ¿Para refrescar con su sombra? ¿Para permanecer en el tiempo y el espacio? SÍ.
Pero ante todo, para manifestar los rayitos de la luz de Dios en todas sus acciones.
¡Que así sea nuestro crecimiento! Reflejando al Hacedor en todas nuestras trascendencias.
Autor: Alfonso Acero Vega
Fecha de Publicación: 19/01/2020